jueves, 21 de diciembre de 2023

“Déjate fluir”, gritaron.


 

 

Me vi flotando en el agua turbulenta y solo podía pensar en el hecho de que aquel chaleco era lo único que me mantenía con vida. La corriente era veloz y mi cuerpo sin control, rígido como un palo, solo iba río abajo. No pude evitar pensar en cuántos muertos habría en el fondo. También pasaron por mi mente peces prehistóricos y caimanes gigantescos, estaba petrificada, aferrada a mi salvavidas como un animalito recién nacido a su madre. Mis hijos me gritaban: “déjate fluir” y empecé a repetirme como un mantra “déjate fluir, déjate fluir”. De algún modo, el descontrolado viaje se empezó a volver placentero, al fin aflojé mi cuerpo, empecé a mirar al cielo, sentí el agua tibia, cada parte de mi cuerpo sumergido sentía el movimiento de aquellas olas oscuras llenas de mis pesadillas, pude ver las aves posadas en las orillas, el paisaje. Traté de retener en mi mente cada imagen, cada sonido, cada sensación, cada aroma y hoy puedo decir que haber nadado en el Río Magdalena, es una de las experiencias más hermosas que he vivido. Entendí que a fluir se aprende rodando río abajo.

jueves, 28 de septiembre de 2023

Nacida un viernes

 


Nació un viernes y la habían engendrado en medio de un amor vehemente, en la trastienda del bar de su padre, un hombre andariego y rebelde que decidió sentar cabeza cuando la vio envuelta en el trajecito azul que le había comprado, seguro de que sería un niño.

Atender un bar no era lo suyo, sus sueños de grandeza lo mantenían en las nubes, entre los libros y la borrachera, por lo que la facha y el poco futuro que le veía su suegro, lo hacían persona poco grata en casa de la familia de Mary, un hogar abigarrado y bullicioso en el que se hacía lo que aquel hombre dijera.

Terco y algo ofendido, Absalón se empeñó en seguir con Mary, a pesar de que les habían prohibido estar juntos; eso les exacerbó el amor y las ganas y con ese ímpetu genuino y nuevo, le propuso a Mary que se fueran a vivir juntos. Montaron su ropa, una cama que les regalaron y un moisés de segunda en una carreta y se escaparon a su suerte.

Se acomodaron como pudieron en una pequeña habitación del barrio Luna Park, en Bogotá, una zona humilde llena de grandes casas convertidas en inquilinatos que le daban espacio a parias, viejos y exconvictos. En medio de la pequeña habitación estaba la cuna de mimbre, a un lado, la cama matrimonial y una pequeña estufa de gasolina de un puesto, que emitía un espeso humo azul que viajaba a través de los resquicios de la puerta hacia el patio de ropas.

Allí pasaban las noches, fantaseando con el futuro y comidas opíparas, enamorados hasta los huesos. A pesar del amor, el hambre no tardó en llegar, Mary no podía darle pecho a la pequeña Carlota (era un nombre superlativo, decía Absalón con orgullo) así que debían alimentarla con leche de vaca. Con una botella de cuatro centavos, le preparaban un biberón con panela y con el resto la bañaban, como si fuera hija de Juno y no una niña nacida en medio de la pobreza y el amor sin condiciones.

martes, 26 de septiembre de 2023

La resaca



Aun estaba oscuro cuando despertó. El dolor de cabeza no le impidió reconocer el extraño rostro que se forma en la mancha de humedad del techo. – la virgen María- Pensó. 

Sentía la boca llena de arena y le producía malestar recordar el último trago de tequila. 

-Margarita… Mariana, no María… ¿cómo se llamaba?

El olor del café recién hecho que llega desde la cocina lo reconfortó, pero solo por unos segundos. La urgencia de la naúsea lo hizo correr torpemente y a tientas al baño. Vomitó copiosamente, un mar espeso y amargo le salió por la boca. El sudor frio que le corría por la espalda le hizo pensar en la muerte y las imágenes de la noche anterior regresan como flashazos inconexos.

- No debí recibirle ese trago de Brandy de Jerez a ¡Marina!- Recordó al fin, antes de caer desmayado contra las baldosas.

Escrito en 2018




martes, 12 de septiembre de 2023

La indicada


Él amaba a su abuela. Lo había criado y ese amor maternal que todo niño necesita, lo recibió de ella, por eso, cuando murió, sintió que se había quedado solo en este mundo.  Al cumplirse el quinto año de su muerte, debían, como es la tradición, trasladar sus restos a una bóveda, así que se preparó una ceremonia a la que fui invitada. Era una tímida novia veinteañera y conocer a la familia de mi pareja en un cementerio, no era el ideal de mi soñada primera impresión. Afortunadamente para mí, pasé inadvertida en medio de aquel momento tan doloroso. Abrir el cajón y encontrar a su abuela aún con carne y cabello, no fue lo que más me impresionó, en realidad, ver a las sobrinas de la difunta separar los pequeños huesos del tejito grasoso y oscuro, casi me lleva a la náusea. Mantuve la compostura al ver a mi entonces novio, llorar desconsoladamente ante esa escena: las mujeres de la familia ponían uno a uno los pedazos del cuerpo amado y los girones,de lo que parecía ropa, dentro de un pequeño cajón.

Tras el ritual frente de la bóveda, mi novio y yo caminamos entre las tumbas, husmeando los nombres en las lápidas y calculando la candidad de años que llevaban muertos sus ocupantes, cuando nos vimos de frente a la fosa donde, hacía unas horas, reposaba su abuela. Mi novio se quedó muy callado... como pudo, entre lágrimas dijo: mi abuela me prometió que ella se las iba a arreglar para decirme quién era la mujer indicada para mí y señaló la lápida de al lado donde yacía, hacía más de 18 años, alguien con mi nombre. Nos casamos tres años depués.




viernes, 4 de agosto de 2023

Ansiedad...

 


Fue inevitable. Mi amiga hablaba sin parar, no podía esperar para contarnos los detalles de aquel hermoso hombre que había conocido. Las otras chicas la rodearon curiosas, con ganas de saber más, preguntando pormenores y detalles del encuentro. Y yo empecé a tener un ataque de pánico. El corazón se me quería salir del pecho, la respiración se me entrecortaba y ella seguía con su relato viváz, hermosa, ilusionada. Los ojos grandes y redondos de mi mejor amiga se habían clavaron en mi y me sentí descubierta.

 Finalmente me animé y grité con la mano en el pecho (como queriendo contener el corazón): !no, tengo miedo!

Una docena de ojos dejaron de parpadear por unos segundos, luego, las carcajadas... 

Mi amiga se acercó a mi oído y me dijo muy seria: ¡eso no te puede volver a pasar! 






Maldita sea!!

Hay dias en los que no puedo dejar de maldecir. Y eso que una de mis mejores amigas es cristiana y pega el brinco cada vez que maldigo... ella jura que me va a llevar por los caminos del señor. Pero...na!, no creo. 
Igual, mi tema con Dios es algo que no discuto con nadie, o por lo menos ya me vale hongo si creen que ando por el camino del mal o si tengo salvación todavía, y ella lo sabe. Lo cierto, es que me encanta maldecir, por alguna razón, que conozco bien pero me da una aburrición mencionar, quiero madrear al mundo entero.
y es que acaso, qué tiene de malo que me quiera acostar en posición fetal un domingo por la tarde, quiero estar sola, quiero berriar como china chiquita y despues lavarme la cara y dejar salir un suspiro hondo, de esos que dicen los siquiatras, homeópatas y profesores de yoga, que son buenos para el alma... Sale mala energía y entra buena energía... sí, de esos...
Pero es que ni tiempo tengo, entonces no me queda de otra que decir: maldita sea!!
sí, tengo una rabiecita de aquellas que solo sale con el sujeto en cuestión. Pero es que el desgraciado no merece tanta rabia y eso me da rabia. Al fin y al cabo no soy yo sino él... ¡claro que soy yo!... si estaré vieja para ese cuento. Claro que soy yo. O mejor, no soy. No soy la ideal, no soy tan linda, no soy tan apropiada, no soy tan genial, no soy tan joven... en fin. Y en medio de tanta mezcolanza de sentimientos, me siento a espera a ver si vuelve nada más para decirle que no... Y el desgraciado no llega... Maldita sea!!

(escrito en 2010)

El que oculta el desamor debería ser castigado!


Esta mezcla de sentimientos me está enloqueciendo. Tal parece que con el tiempo nos volvemos más vulnerables y esto realmente contraría toda lógica. Se supone, que lo que no nos mata nos hace más fuertes, o que la experiencia adquirida en cada caída es suficiente para no volver a caer. Pero nada más alejado de la realidad. Se vuelve a caer y yo soy el vivo ejemplo.
Y la verdad no me quejo. Hacía bastante tiempo que no me sentía tan viva, adolorida, pero viva. Nada mejor que un dolor difícil de ubicar para que el cuerpo empiece a hacer algo más que respirar y palpitar.
Lo que sucede es que cuando el dolor se prolonga más de la cuenta pierde todo sentido.
Así me veo, con un dolor sin sentido, sin dueño, sin forma, sin rostro.
Y es que el motivo de mis dolores es alguien distante, que dejó de ser, que cambió, o quizás que reveló su verdadero rostro. Ya no sé.
Lo único de lo cual tengo certeza es que no puedo seguir cayendo en este juego patético que me proponen.
He dejado por mucho tiempo que mis sentimientos gobiernen mi vida. Aunque siempre fue una decisión consciente porque pensé que era necesario decir y hacer lo que sentía, pero ahora creo que es mejor pensar antes de siquiera abrir la boca. Aunque me resisto a morir por dentro, a veces creo que es lo mejor para acabar con el sufrimiento y quizás cobrarme una que otra deuda, de esas que uno normalmente le deja a la vida para que se cumplan sus designios.
Pero es que en realidad hay quienes merecen ser castigados por su irresponsabilidad con los sentimientos ajenos. Si bien es cierto que el dejar de amar no es culpa de nadie, también lo es que quien así siente, debería estar en la obligación moral, en el deber civil de decir la verdad y dejar libre al otro, aunque quede tirado en media calle.
Dejar que el otro adivine no sólo es un error, sino un crimen, que insisto, merece castigo. Y así una vez cumplida la condena, el otro tenga al menos la satisfacción de volver a empezar en algún lado con los cadáveres de todas sus esperanzas amontonados en un rincón. Claro que en en mi caso esto ha sido toda una masacre.

Y si, sé que hay lugares amables esperándome, los he visto, y parte de mí quiere ir hacia allá, pero no todavía. Hay unas cuantas esperanzas vivas todavía!

(Escrito en 2010)

miércoles, 2 de agosto de 2023

Soltar

 

La vi meterse en la fila de Transmilenio y perderse en la multitud. La busqué con la mirada, mientras aminoraba el paso, pero recordé que ya es adulta y no pude ver a la niña blanquita y ojerosa, a la enferma e indefensa. Seguí  mi camino sin mirar atrás y tuve que tragarme el miedo y las lágrimas.

Update: dice que en este momento está en el Café Pushkin.








jueves, 29 de junio de 2023

Dar la pelea...







 Activa en las redes sociales como soy, estaba viendo historias en el celular sin pensar mucho, hasta que llegó una impresionante: las imágenes mostraban una pelea a muerte entre un búfalo musculoso y un león viejo, moribundo.

 Dicen que los leones viejos son abandonados a su suerte por su propia manada, porque ya no pueden defenderse, así que mueren de hambre y en soledad. Un final bastante indigno para un rey. Sin embargo, en este video ocurrió algo que me marcó para siempre: la lucha que dio el león.  Estaba muriendo, él lo sabía, pero con su último aliento se aferró al búfalo con todas sus fuerzas. Era tal su decidida intención de morir dando pelea que seguía luchando, no soltaba, a pesar de las cornadas y las heridas mortales que le propinaba el poderoso contrincante, se agarraba. Y cuando parecía que ya era su final, atacaba de nuevo, había decidido morir con la dignidad que amerita su realeza.

 Esa cruda escena viene a mi cabeza con mucha frecuencia, y creo que, en definitiva, en algún momento de la vida, todos tenemos que dar la pelea con la dignidad de un león viejo.


https://www.youtube.com/watch?v=y0802VTCTu0&t=2s&ab_channel=ShentonSafaris




lunes, 26 de junio de 2023

Un aviso luminoso

 Encontrar el centro.

Esa tarea árdua de todos los seres humanos. Lá búsqueda de la plenitud, el equilibrio y el amor propio. Entender por qué hacemos las cosas como las hacemos, es encontrar el centro, no sin antes ir por la vida dando tumbos en medio de la desolación y el miedo, llevándose por delante la propia tranquilidad por andar obedeciendo al corazón, comportándose como vaca en cristalería, para luego recoger los pedazos y pegarlos con dignidad. El centro, mi centro, aun esquivo, espero que esté por ahí, en algún lugar de mi alma, con un aviso luminoso que diga: Aquí.




miércoles, 21 de junio de 2023

El hombre más hermoso...

 Él dice que no tiene de eso, pero hace unas semanas, una angina de pecho le hizo un atentado al corazón de mi hermoso padre, sí, hermoso y mucho. Mi primer recuerdo consciente de su atractivo, se remonta a mis ocho años de edad. En la cuadra estrecha del Barrio Roma, durante la madrugada, atraparon a un ladrón, lo habían golpeado, desnudado y lo tenían atado al poste de la esquina de la casa. Mi papá, debía irse a trabajar. Se preparó como siempre, en un ritual de acicalamiento minucioso que aun conserva. Lo vi salir con su bello vestido raya de tiza de color negro, su camisa blanca y su corbata vinotinto. Caminó erguido, altivo, mentón arriba (como dicen que ando yo). Atravesó la cuadra entre la multitud curiosa de vecinos en pijama y niños asustados, miró al ladrón indefenso a los ojos y desapareció. Recuerdo que me pareció ver al hombre más hermoso del mundo. Por eso, cuando llegué a la sala de observación donde lo tenían canalizado, pregunté a todo grito, ante la cara de sorpresa de enfermeras y pacientes: ¿Dónde está el hombre más hermoso de este hospital? 








El diseñador

 

La última vez que la vio fue en Eldorado, subiéndose a un avión de regreso a Barcelona. Ese tiquete le había costado varios meses de trabajo y muchas privaciones, pero con tal de ver a su hija, todo era poco, según decía. De eso hace ya seis años. En su pequeño cuarto de Bachué todo sigue igual, como si ella no se hubiera ido. Su dragón de fieltro, los rayones en la pared y su altar con fotos. Ilustraciones de los dos viajando por universos paralelos la mantienen presente, como cuando ella era su niñita y él era feliz.

* Texto hecho para un consurso, hace unos años.


martes, 20 de junio de 2023

No les pasa que a veces...


¿No les pasa que a veces, el atardecer parece hecho para ustedes por encargo?

¿No les pasa que a veces, amanecen más enamorados que un palomo azúl?

¿No les pasa que a veces, les toca abrazarse a ustedes mismos?

¿No les pasa que a veces, quieren hacerse bolita como gatico?

¿No les pasa que a veces, quieren dejar su carrera y dedicarse al yoga facial?

¿No les pasa que a veces, quieren que todos los días sean sábado de tintico con los papás?

¿ No les pasa que a veces, quieren salir corriendo a buscar al ingrato?

¿No les pasa que a veces, la vida es una maldita perra?

¿No les pasa que a veces, nadie les devuelve al ser amado?

¿No les pasa que a veces, el tarot también les miente?

¿No les pasa que a veces, entran unas ganas terribles de bloquear a Pedro Pascal... también?

¿No les pasa que a veces, reconocen el reflejo en el espejo?

¿No les pasa que a veces, en vez de plumas, los angeles les dejan una notica?

¿No les pasa que a veces, da miedo que se les muera el gato, un martes por la tarde?

¿No les pasa que a veces, todo el mundo se voltea a mirarlos a la cara?

¿No les pasa que a veces, da miedo tener la razón?

¿No les pasa que a veces, soltar duele más que hacerse el pendejo?

¿No les pasa que a veces, todos los semáforos se ponen en verde?

¿No les pasa que a veces, la calle parece una pasarela y ustedes ángeles de Victoria's Secret?

¿No les pasa que a veces, se sienten tan JLo?

¿No les pasa que a veces, hubiese sido mejor nacer en Noruega?

¿No les pasa que a veces, dan ganas de morirse un ratico?

¿No les pasa que a veces, pa´tras asustan?

¿No les pasa que a veces, maluco también es bueno?

¿No les pasa que a veces, filosofar funciona?

¿No les pasa que a veces, es mejor no...?






Tengo a San Antonio puesto sin cabeza

 


Mi madre debió verme muy sola o muy desesperada luego de mi divorcio, porque una noche cualquiera, se apareció en mi casa con una imagen de yeso de San Antonio (con todo y niño). "Para que consiga marido, mamita"  - me dijo.  El gesto me pareció tierno, pero algo siniestro, también. Ese día aprendí que tocaba esconderle el niño para que concediera milagros de lo más variados, entre ellos, el amor, (esquivo por esos tiempos para mí) pero también supe que si la petición era expresamente conseguir marido, era necesario poner al santo de cabeza. 

Presta, puse la hermosa imagen de los dos santicos en mi escaparate, sin atreverme jamás a esconder el niño (me parecía cruel dejarlo solito por ahí, en medio de mis calzones o en una caja). Tampoco logré ponerlo de cabeza, (no estaba tan desesperada como mi mamá creía).

La torpeza es una de mis características más obvias, tengo los brazos largos y las manos muy grandes, por lo que mis movimientos suelen ser amplios e incluso bruscos. En una de esas gesticulaciones que acompañan mis discursos, les dí una bofetada a los dos lindos santos y se fueron al piso, con tan mala suerte que ambos perdieron la cabeza. !Ambos!

 Sobrará decir que aún no consigo marido...