La vi meterse en la fila de Transmilenio y perderse en la multitud. La busqué con la mirada, mientras aminoraba el paso, pero recordé que ya es adulta y no pude ver a la niña blanquita y ojerosa, a la enferma e indefensa. Seguí mi camino sin mirar atrás y tuve que tragarme el miedo y las lágrimas.
Update: dice que en este momento está en el Café Pushkin.
Hermoso sentimiento de madre. No hay nada mas dificil que aceptar que ese ser que tanto se ha protegido empieza a andar su camino sólo(a). Divino pensamiento.
ResponderEliminarGG