jueves, 29 de junio de 2023

Dar la pelea...







 Activa en las redes sociales como soy, estaba viendo historias en el celular sin pensar mucho, hasta que llegó una impresionante: las imágenes mostraban una pelea a muerte entre un búfalo musculoso y un león viejo, moribundo.

 Dicen que los leones viejos son abandonados a su suerte por su propia manada, porque ya no pueden defenderse, así que mueren de hambre y en soledad. Un final bastante indigno para un rey. Sin embargo, en este video ocurrió algo que me marcó para siempre: la lucha que dio el león.  Estaba muriendo, él lo sabía, pero con su último aliento se aferró al búfalo con todas sus fuerzas. Era tal su decidida intención de morir dando pelea que seguía luchando, no soltaba, a pesar de las cornadas y las heridas mortales que le propinaba el poderoso contrincante, se agarraba. Y cuando parecía que ya era su final, atacaba de nuevo, había decidido morir con la dignidad que amerita su realeza.

 Esa cruda escena viene a mi cabeza con mucha frecuencia, y creo que, en definitiva, en algún momento de la vida, todos tenemos que dar la pelea con la dignidad de un león viejo.


https://www.youtube.com/watch?v=y0802VTCTu0&t=2s&ab_channel=ShentonSafaris




lunes, 26 de junio de 2023

Un aviso luminoso

 Encontrar el centro.

Esa tarea árdua de todos los seres humanos. Lá búsqueda de la plenitud, el equilibrio y el amor propio. Entender por qué hacemos las cosas como las hacemos, es encontrar el centro, no sin antes ir por la vida dando tumbos en medio de la desolación y el miedo, llevándose por delante la propia tranquilidad por andar obedeciendo al corazón, comportándose como vaca en cristalería, para luego recoger los pedazos y pegarlos con dignidad. El centro, mi centro, aun esquivo, espero que esté por ahí, en algún lugar de mi alma, con un aviso luminoso que diga: Aquí.




miércoles, 21 de junio de 2023

El hombre más hermoso...

 Él dice que no tiene de eso, pero hace unas semanas, una angina de pecho le hizo un atentado al corazón de mi hermoso padre, sí, hermoso y mucho. Mi primer recuerdo consciente de su atractivo, se remonta a mis ocho años de edad. En la cuadra estrecha del Barrio Roma, durante la madrugada, atraparon a un ladrón, lo habían golpeado, desnudado y lo tenían atado al poste de la esquina de la casa. Mi papá, debía irse a trabajar. Se preparó como siempre, en un ritual de acicalamiento minucioso que aun conserva. Lo vi salir con su bello vestido raya de tiza de color negro, su camisa blanca y su corbata vinotinto. Caminó erguido, altivo, mentón arriba (como dicen que ando yo). Atravesó la cuadra entre la multitud curiosa de vecinos en pijama y niños asustados, miró al ladrón indefenso a los ojos y desapareció. Recuerdo que me pareció ver al hombre más hermoso del mundo. Por eso, cuando llegué a la sala de observación donde lo tenían canalizado, pregunté a todo grito, ante la cara de sorpresa de enfermeras y pacientes: ¿Dónde está el hombre más hermoso de este hospital? 








El diseñador

 

La última vez que la vio fue en Eldorado, subiéndose a un avión de regreso a Barcelona. Ese tiquete le había costado varios meses de trabajo y muchas privaciones, pero con tal de ver a su hija, todo era poco, según decía. De eso hace ya seis años. En su pequeño cuarto de Bachué todo sigue igual, como si ella no se hubiera ido. Su dragón de fieltro, los rayones en la pared y su altar con fotos. Ilustraciones de los dos viajando por universos paralelos la mantienen presente, como cuando ella era su niñita y él era feliz.

* Texto hecho para un consurso, hace unos años.


martes, 20 de junio de 2023

No les pasa que a veces...


¿No les pasa que a veces, el atardecer parece hecho para ustedes por encargo?

¿No les pasa que a veces, amanecen más enamorados que un palomo azúl?

¿No les pasa que a veces, les toca abrazarse a ustedes mismos?

¿No les pasa que a veces, quieren hacerse bolita como gatico?

¿No les pasa que a veces, quieren dejar su carrera y dedicarse al yoga facial?

¿No les pasa que a veces, quieren que todos los días sean sábado de tintico con los papás?

¿ No les pasa que a veces, quieren salir corriendo a buscar al ingrato?

¿No les pasa que a veces, la vida es una maldita perra?

¿No les pasa que a veces, nadie les devuelve al ser amado?

¿No les pasa que a veces, el tarot también les miente?

¿No les pasa que a veces, entran unas ganas terribles de bloquear a Pedro Pascal... también?

¿No les pasa que a veces, reconocen el reflejo en el espejo?

¿No les pasa que a veces, en vez de plumas, los angeles les dejan una notica?

¿No les pasa que a veces, da miedo que se les muera el gato, un martes por la tarde?

¿No les pasa que a veces, todo el mundo se voltea a mirarlos a la cara?

¿No les pasa que a veces, da miedo tener la razón?

¿No les pasa que a veces, soltar duele más que hacerse el pendejo?

¿No les pasa que a veces, todos los semáforos se ponen en verde?

¿No les pasa que a veces, la calle parece una pasarela y ustedes ángeles de Victoria's Secret?

¿No les pasa que a veces, se sienten tan JLo?

¿No les pasa que a veces, hubiese sido mejor nacer en Noruega?

¿No les pasa que a veces, dan ganas de morirse un ratico?

¿No les pasa que a veces, pa´tras asustan?

¿No les pasa que a veces, maluco también es bueno?

¿No les pasa que a veces, filosofar funciona?

¿No les pasa que a veces, es mejor no...?






Tengo a San Antonio puesto sin cabeza

 


Mi madre debió verme muy sola o muy desesperada luego de mi divorcio, porque una noche cualquiera, se apareció en mi casa con una imagen de yeso de San Antonio (con todo y niño). "Para que consiga marido, mamita"  - me dijo.  El gesto me pareció tierno, pero algo siniestro, también. Ese día aprendí que tocaba esconderle el niño para que concediera milagros de lo más variados, entre ellos, el amor, (esquivo por esos tiempos para mí) pero también supe que si la petición era expresamente conseguir marido, era necesario poner al santo de cabeza. 

Presta, puse la hermosa imagen de los dos santicos en mi escaparate, sin atreverme jamás a esconder el niño (me parecía cruel dejarlo solito por ahí, en medio de mis calzones o en una caja). Tampoco logré ponerlo de cabeza, (no estaba tan desesperada como mi mamá creía).

La torpeza es una de mis características más obvias, tengo los brazos largos y las manos muy grandes, por lo que mis movimientos suelen ser amplios e incluso bruscos. En una de esas gesticulaciones que acompañan mis discursos, les dí una bofetada a los dos lindos santos y se fueron al piso, con tan mala suerte que ambos perdieron la cabeza. !Ambos!

 Sobrará decir que aún no consigo marido...