martes, 12 de septiembre de 2023

La indicada


Él amaba a su abuela. Lo había criado y ese amor maternal que todo niño necesita, lo recibió de ella, por eso, cuando murió, sintió que se había quedado solo en este mundo.  Al cumplirse el quinto año de su muerte, debían, como es la tradición, trasladar sus restos a una bóveda, así que se preparó una ceremonia a la que fui invitada. Era una tímida novia veinteañera y conocer a la familia de mi pareja en un cementerio, no era el ideal de mi soñada primera impresión. Afortunadamente para mí, pasé inadvertida en medio de aquel momento tan doloroso. Abrir el cajón y encontrar a su abuela aún con carne y cabello, no fue lo que más me impresionó, en realidad, ver a las sobrinas de la difunta separar los pequeños huesos del tejito grasoso y oscuro, casi me lleva a la náusea. Mantuve la compostura al ver a mi entonces novio, llorar desconsoladamente ante esa escena: las mujeres de la familia ponían uno a uno los pedazos del cuerpo amado y los girones,de lo que parecía ropa, dentro de un pequeño cajón.

Tras el ritual frente de la bóveda, mi novio y yo caminamos entre las tumbas, husmeando los nombres en las lápidas y calculando la candidad de años que llevaban muertos sus ocupantes, cuando nos vimos de frente a la fosa donde, hacía unas horas, reposaba su abuela. Mi novio se quedó muy callado... como pudo, entre lágrimas dijo: mi abuela me prometió que ella se las iba a arreglar para decirme quién era la mujer indicada para mí y señaló la lápida de al lado donde yacía, hacía más de 18 años, alguien con mi nombre. Nos casamos tres años depués.




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