Esa náusea...
No soporto tanta hipocresía, verlos arrastrarse ante quien
ostenta el poder, un triste podercillo, me produce náusea.
El poder de alguien odioso, malo, sin sentimientos, incapaz
de hacer su trabajo.
El odio que siento me cierra la garganta, me atraganta.
Quisiera poder gritar, golpearle hasta verle sangrar. La
indignación que me produce es mucha!
Es un ser despreciable, vanidoso, arrogante, abominable.
Su séquito es más vil aun. Incapaces de usar su dignidad,
los veo convertirse en gusanos a su paso a cambio de nada. Nadie les pide que
lo hagan, lo hacen por placer, por el mero deseo de ser vistos como los seres
miserables que son, a la espera de un ascenso no merecido o un golpe en la
espalda ganado a pulso de ser el que se arrodilla, el que se joroba...
A veces se juntan en torno de su dios de turno, los oigo
reírse frente a la humillación de otro, sin el menor asomo de deseo de protestar o siquiera
guardar silencio, le apoyan con risitas ridículas y aplausos grotescos, como de
morsa.
Desgraciado el que caiga en la lengua de esta autodenominada
pantera, que desgarra y desuella por gusto, por el placer de arruinar vidas,
con un gozo que se le ve en esos ojitos minúsculos llenos de desprecio y
amargura. La misma que a veces siento cuando la observo moverse en su jaula de
cristal, en un incesante ir y venir de apariencias y vanidades lejanas de las
virtudes de un ser digno de admirar.
En momentos así quiero huir, mi mente divaga, mis ideas
están muertas, no quiero trabajar, me niego a ofrecer algo de mí a esto que me
rodea, a esto que me ensucia, me embadurna hasta los ojos, siento que es un
barro espeso que se mete hasta en mis oídos, no veo, no me muevo, solo siento
odio y oscuridad.
De nuevo trato de respirar, el fango en el que me sumerjo de
7 a 5 me atrapa, es enfermo, por voluntad propia salto cada mañana a este lodo
inmundo, una voluntad que quiere romperse cuando abro los ojos.
No sé si es debilidad o fortaleza, pero no puedo irme, ya lo
he intentado y no ha salido bien, he querido dejar atrás cualquier asomo de
esclavitud, pero debo volver, estoy anclada a esto porque lejos de aquí,
impolutos están mis sueños de una vida
mejor para mis hijos. Ellos son el color de mi vida, los naranjas y los azules
de una realidad pura aún, sin suciedad, sin daños… ellos son mi gran deseo, y
solo sé que no quiero que sean como yo!
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