martes, 6 de septiembre de 2016

Esa náusea...



No soporto tanta hipocresía, verlos arrastrarse ante quien ostenta el poder, un triste podercillo, me produce náusea.
El poder de alguien odioso, malo, sin sentimientos, incapaz de hacer su trabajo.
El odio que siento me cierra la garganta, me atraganta.

Quisiera poder gritar, golpearle hasta verle sangrar. La indignación que me produce es mucha!
Es un ser despreciable, vanidoso, arrogante, abominable.

Su séquito es más vil aun. Incapaces de usar su dignidad, los veo convertirse en gusanos a su paso a cambio de nada. Nadie les pide que lo hagan, lo hacen por placer, por el mero deseo de ser vistos como los seres miserables que son, a la espera de un ascenso no merecido o un golpe en la espalda ganado a pulso de ser el que se arrodilla, el que se joroba...

A veces se juntan en torno de su dios de turno, los oigo reírse frente a la humillación de otro, sin el menor asomo de deseo de protestar o siquiera guardar silencio, le apoyan con risitas ridículas y aplausos grotescos, como de morsa.

Desgraciado el que caiga en la lengua de esta autodenominada pantera, que desgarra y desuella por gusto, por el placer de arruinar vidas, con un gozo que se le ve en esos ojitos minúsculos llenos de desprecio y amargura. La misma que a veces siento cuando la observo moverse en su jaula de cristal, en un incesante ir y venir de apariencias y vanidades lejanas de las virtudes de un ser digno de admirar.

En momentos así quiero huir, mi mente divaga, mis ideas están muertas, no quiero trabajar, me niego a ofrecer algo de mí a esto que me rodea, a esto que me ensucia, me embadurna hasta los ojos, siento que es un barro espeso que se mete hasta en mis oídos, no veo, no me muevo, solo siento odio y oscuridad.

De nuevo trato de respirar, el fango en el que me sumerjo de 7 a 5 me atrapa, es enfermo, por voluntad propia salto cada mañana a este lodo inmundo, una voluntad que quiere romperse cuando abro los ojos.

No sé si es debilidad o fortaleza, pero no puedo irme, ya lo he intentado y no ha salido bien, he querido dejar atrás cualquier asomo de esclavitud, pero debo volver, estoy anclada a esto porque lejos de aquí, impolutos están  mis sueños de una vida mejor para mis hijos. Ellos son el color de mi vida, los naranjas y los azules de una realidad pura aún, sin suciedad, sin daños… ellos son mi gran deseo, y solo sé que no quiero que sean como yo!





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