jueves, 21 de enero de 2010

Esa gente querida que está siempre


Y si, se llega el día en el que uno no se quiere levantar. El día en el que una parte del cerebro grita, ¡Por qué no me morí chiquito!; un día en el que no sale el sol. Y no sale por varios días. Y uno se pregunta qué caracoles fue lo que pasó, y se niega a creer y otra vez se quiere morir un poquito, aunque sea por un rato, de preferencia en posición fetal. Y entonces la red de apoyo aparece, esa red que se sostiene en la sabia hermana, en la amiga que está al otro lado del océano y en la que está por opción, porque así lo decidió. Ellas saben que no soy fácil, les provoca matarme a ratos, en otros les provoca echarse a llorar conmigo. Pero siempre están ahí, sin cuestionarme, sin juzgarme. Por ellas, estoy sobreaguando a una tempestad que no entiendo, por ellas me he dado cuenta que a veces las cosas no son como parecen, por ellas, he entendido que lo que realmente importa es lo que se tiene en el corazón.
Me he dado cuenta gracias a ellas, a sus palabras, a sus silencios, de que tener amigos es una bendición y una fortuna, una lotería. Hoy mi caos personal es el mismo, solo que sé que cuando mi cerebro diga, oiga no tiene ganas de morirse hoy? el resto de mi ser reaccione y diga: no sea pendeja, párese que hay que ir a trabajar!

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